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ABEILLÉ RAÚL ALBERTO (Rafaela-Santa Fe-Argentina)

DE UNA NOTA SOLA

Voy caminando por una calle. No me importa su nombre, es cualquiera. No voy a ninguna parte. Siento la monotonía de mis pisadas. Uno dos, uno dos, uno dos... Los ruidos de la calle se van apagando. Un hombre camina delante de mí, a cierta distancia. Me voy acercando. Escucho sus pasos. Sus pasos retumban en el atardecer. El amarillo torna al rojo, el rojo torna al gris, el gris se vuelve negro. El murmullo se hace silencio... Sus pasos retumban. Mis pasos retumban. Me voy acercando. Él quiere alejarse. No se da vuelta. Me apuro. Se apura. Aflojo el paso. Se calma y afloja el paso. El ruido de sus pisadas corroe mi cabeza. Su nuca me hipnotiza. Ya conozco sus movimientos, la forma en que se balancea y mueve las nalgas al andar, el orden de su cabello en la parte trasera de su cabeza. El sonido de sus pasos me obsesiona.
Ahora trato de que el ruido de mis pasos coincida con el ruido de los suyos y sean un solo paso. Me apuro y se apura. Voy lento y va lento. Mi mente se aleja en la monotonía de mis pensamientos. Ahora mis movimientos se van pareciendo a los de él. Balancea el brazo derecho, balanceo mi brazo derecho, apoya el pie izquierdo, apoyo mi pie izquierdo, adelanta el derecho con una rotación de su trasero, adelanto mi derecho y muevo mi trasero. Me voy pareciendo. No lo puedo alcanzar.
Ahora soy una sombra. Soy su sombra. Ahora camino y veo mi sombra delante de mí. Me apuro, me apuro y mi sombra lo alcanza y se acopla a su cuerpo. Trato de comprobar si la forma de mi sombra coincide con la forma de su cuerpo. Acelero, acelera. No lo puedo apartar de mi mente, me obsesiona. Mis pasos coinciden con sus pasos. El ruido de mis pasos coincide con el ruido de sus pasos. Mis movimientos terminan siendo igual a sus movimientos. Nos vamos pareciendo. Mi sombra se superpone exacta, correctamente sobre su cuerpo. Ahora su sombra se proyecta delante de nosotros y es su sombra, la sombra de mi sombra y la sombra de mi cuerpo. Acelero, acelera. Estamos siempre a la misma distancia. No nos hablamos. Él no conoce mi rostro, tampoco yo conozco el suyo. No nos conocemos pero tenemos las mismas obsesiones. Tememos lo mismo. Aceleramos. No caminamos, ahora corremos. Es absurdo. Quiero ver su rostro. Estoy convenciéndome gradualmente de que no puedo, de que nunca podré ver su rostro. Lo odio pero le temo. Creo tenerlo dominado pero me domina. Corro, corremos. Es absurdo.
Ahora la calle se interrumpe a pocos metros delante suyo y hace un recodo. Me apuro. No lo alcanzo. Desaparece en la sinuosidad de la calle. Sigo corriendo. No lo veo, no lo puedo ver. Recorro la ese del camino y es en vano, no lo vuelvo a ver. Una larga hilera de casas, que forman una línea irregular aparecen frente a mí. Puertas y más puertas pasan a mi lado, pero no sé en cuál se ha escondido. Me detengo. Un escalofrío recorre mi cuerpo como un relámpago. Me siento extraño. Reinicio mi marcha y me apresuro. Oigo un ruido y me parece el sonido de unos pasos. Me apuro, se apura. Debe ser él, seguro que es él. No tengo valor para girar mi cabeza y mirar hacia atrás. Corro desenfrenadamente. No quiero que él me vea. Su sombra, estoy esperando ver que su sombra aparezca delante de mí. No sé cuanto tiempo hace que estoy en fuga. Doblo en una esquina y aplasto mi cuerpo lo más que puedo contra la pared de un pasillo estrecho, adonde me oculto. Trato de no respirar, de no emitir ningún sonido. Los latidos de mi corazón golpean mi pecho y rebotan adentro de mis sienes. Espero, un rato espero. Los segundos y los minutos me parecen interminables. No pasa, no ha pasado frente a mí, por la vereda. Lo engaño, lo engañé. No pude ver su cara. Él no pudo ver la mía. Por fin somos dos desconocidos.

Ahora es de noche. Voy caminando por una calle de luces amarillas. Mi sombra se proyecta delante de mí. Comienza a llover desganadamente. Las gotas van humedeciendo el pavimento. El ritmo de la lluvia se apura. Las veredas se empapan y se llenan rápidamente de agua. Mi sombra se va borrando. Acelera, la lluvia se acelera, hasta hacerse violenta. Voy caminando despacio, mis pies chapotean en los charcos de la acera. Estoy mojado, totalmente mojado. El frío del agua aclara mis ideas. La lluvia poderosa es una celebración. El agua helada lava mis ideas. Voy tarareando una melodía de una nota sola que resuena sin cesar en mi cabeza.

UNA TARDE

La amaría.
Una tarde cualquiera
en primavera
la amaría.

La amaría sin horarios.
Sin la piedra del tiempo que pasó
sin importarme
los enigmas antiguos
escritos en esa piedra.

La amaría una tarde
simplemente
la amaría.

ANIMAL DE CADA DÍA

Cada quien
cada día
amansa su animal.

Amansa su corbata
su sonrisa
su guardapolvo
el polvo bajo la alfombra.

Lo amansa también
después de las cinco
de las ocho
después de la honestidad
y antes también.

Cada quien
cada tanto
cada noche
lo ve correr
por el espejo del baño.

ALGO EN TU PERFUME

En el desorden crónico de mi habitación
un mensaje anónimo.
Un papel y una frase
el bando real sobre la mesa de luz.
Como el mensaje de un secuestrador
hecho con palabras recortadas del diario.
Un papel que miente:
“La pasión no es más que un invento”
como sólo mentiría un corazón
secuestrado.

En el orden desprolijo de mi habitación
un mensaje anónimo.
No tocaron nada. Un mensaje sin mensajero.
Huelo un policía en esa letra.
El orden es lo tuyo
el desorden lo mío.

Un mensaje anónimo.
Levanto viento.
En los rincones de mi cabeza vuela el polvo.
Nunca tuve leña
para tener un hacha
pero te electrocutaría con el microondas
siempre que no viese tus piernas.

A CORAZÓN ABIERTO

Tu mirada
mano que empuña la botella rota.
Tu silencio
teléfono sin respuesta en la noche helada
y el diablo haciendo carnadas.

Como un tarro de pintura volcada
mi corazón
sangra.

EL PERRO

Mi perro bosteza.
Bosteza feliz.
Pasa el tiempo
igual bosteza.
No lo mide
no le importa
su tiempo es corto
sus minutos largos.

Las cosas transcurren
el abre la boca distendido
se relame
y bosteza.
Miro la hora
siempre se me hace tarde.

1 comentario:

  1. Dejo la huella de mi lectura y aprecio, Abeillé. Enhorabuena por el bien-hacer en prosa y verso. Tuve mucho gusto en leerte.
    Desde Lisboa, un abrazo afectuoso.

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