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LUCI GARCÉS (A Coruña-Galicia-España)

LOS CIELOS DE LAS SOLEDADES TODAS

El desierto es un espejismo caliente,
el reflejo ocre o gris, seco o salado,
de los cielos de las soledades todas.

Bajo las arenas fluyen ríos de oro,
colorean flores el jardín del Edén,
y los pájaros ponen música a las leyendas.

El desierto es un mar petrificado
en las lejanas eras de los monstruos vivos,
un oleaje áspero, lento, inexorablemente mortal.

En las rocas-islas que ocultan paraísos,
encajes de trilobites marcan espacios,
donde las gemas graban sus destellos.

Camino, polvo de arena, de sal, de tiempo.
Camino, escamas de olvido, nácar memorioso.
Camino por los sueños del hombre por venir.

ARROPADA EN SU PIEL

Desnuda en la ventana sin postigos
por donde se cuela el viento del norte,
una mujer se arropa en su piel,
cerrándola con el broche de sus uñas.

Esa hembra no espera nada,
sólo mira al infinito azul,
sólo siente el frío del olvido
sólo respira piedra y soledad

A su espalda, una gárgola espera clonarla.

LA ESPERA

Cada noche, cada noche,
en su largo silencio,
con sus horas eternas,
desmigajándose
en los brillos burlones
de las lámparas celestiales,
te espero, me duermo
y te espero.

Mi cuerpo desnudo
se funde en la oscuridad,
como un jaguar al acecho.

Llegas y te desnudas,
doblas con cuidado
los amores, los perfumes
los recuerdos de otras pieles.

Deslizas de tus labios
besos desconocidos,
salivas dulces, saladas,
acres, biliosas.

Sacudes con cuidado
piernas que cubren
las tuyas, lenguas
suavizando tu dermis,
gotas de esperma
olvidadas.

Ya vacío,
te fundes conmigo,
morosamente,

para ser cada una
de mis grietas, recovecos,
dobleces, arrugas, miedos.

Tu y yo,

en blanco y negro,
hasta el amanecer:

uno.

CANALLA

¡Qué canalla es el viento!
Escapa arremolinando las faldas
de las chicas en flor y erizando
mi vello bello más intimo.
Escalofrío de amor, de flor sin riego,
de turbia ansiedad mientras los encajes
encelan a las ráfagas que se abren paso
cuando los camelios florecen
y los almendros tiemblan de amor.
¡Qué canalla eres!
Te tumbas en el porche mientras
subo corriendo los escalones
con el viento prendido de mis ligas.
Dentro, ante el fuego que caldea
este enero de nostalgias y mentiras,
El viento se cuela por la chimenea
y hace chisporrotear los troncos,
las piñas resinosas, los ecos del calor,
y ahueca mi falda y alza tu deseo
sobre la piel y te conviertes
en otro, oso, ogro, y me devoras.
Sobre el entarimado, mi caperuza roja
se balancea en el silbo amoroso.

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