Gracias por leernos

Visit http://www.ipligence.com

Seguidores

LUIS DANIEL GUTIÉRREZ ESPINOZA (Arequipa–Perú)

EL REGRESANTE

… estas ropas tan extravagantes, tan parecidas a ropas de monje, debo haber estado loco para ponérmelas, ¿y por qué mis pies desnudos?
Me giran los pensamientos sin orden ni concierto. Sí, esto parece una mascarada, una secreta ceremonia de iniciación. Nadie habla y todos ocultándose tras sus antifaces me confunden y agrandan mis temores y miro a todos lados y a todos ellos… realmente no distingo ni diferencio quien es hombre o es mujer.
Nervioso, por no decir verdaderamente asustado, deseé huir inmediatamente, ¿y a dónde y por dónde? Una angustiosa opresión desbarata mis pensamientos, creo haberme desmayado.
Al sobreponerme y alzar la vista buscando la salida más próxima, vi el espejo. Era alto, mucho más que yo y cubría la pared casi completamente. Ese tonto deseo de mirarnos para reírnos de nosotros mismos, rápidamente me plantó frente a él. Miro, vuelvo a mirar, me busco desesperado, pero… dentro lo que refleja el espejo, ¿dónde estoy, cuál soy yo? Todos tenemos un mismo aspecto, todos somos iguales y totalmente indiferenciados… yo, multiplicado por mil, por cientos de cientos, no lo sé… hallo mi cara vuelta hacia el espejo y somos tantos que todas las caras se reflejan, me muevo para reconocerme y todos se mueven a mi alrededor automáticamente sincronizados, ¿y dónde diablos estoy yo entre todos estos, acaso me he perdido, soy irreconocible, no puedo individualizarme acaso?, ¡quiero saber quién, cuál soy yo! Frenético, corriendo de aquí para allá, gritando y tratando de despertar siquiera un poquito de solidaridad, corrí enloquecido… caí al suelo y ya no supe de mí.
Salió del mar preguntándose por el nombre de las cosas y como ido o ajeno de sí, a la arena, la llamó arena y a la gaviota, gaviota y a los cangrejos, cangrejos… así continuó buscando incansable. Creyó encontraría respuestas o que otros hombres igual a él también lo buscaban, porque seguro ya sabrían que alguien merodeaba las playas y quizás fuese él o algún viajero extraviado o peor aún, alguna persona peligrosa que podría perturbar la paz de estos lugares.
Halló la caracola. Sus sonidos repetían los mismos sonidos de las violentas aguas esas que tenía como enfangadas en sus oídos y retumbándole fuerte dentro de la cabeza, ¿qué raro?, idéntico, ¿no? Pensó la memoria le jugaba trastadas, que tal vez su aspecto había cambiado y probablemente nadie lo reconocería, ¿o este es el verdadero?, algo como musgo le verdeaba la piel y largos vegetales marinos se le enredaban en las piernas entorpeciéndolo un poco y obligándolo a dejar surcos anchos en la playa. El mar me ha marcado, se dijo. Sentándose, observó quieto la recta línea del horizonte, las crestas de las olas salpicando infinitas gotas entretejían una bruma húmeda que la pajarada, con uno que otro pez en el pico, cortaba como a cuchillo reflejando las rojuras del atardecer. Y él, los ojos fijos, atentos y todo abiertos a la inmensidad y al vacío…
En otro tiempo fue distinto a hoy, más vivaz y diligente, más cuidado de sí y mucho mejor presentado. Hoy, ¿quién podría reconocerlo? Cuando regresó, era un día cualquiera y amenazaba llover.
Llovía y el frío calaba hasta los huesos, las calles con sus neblinas ralas, se intimidaban a su paso… caminaba ávido, con cierto temor aguijoneándole los talones. Sabía no volvía de un lugar determinado, para su entender, regresaba de haber estado en ninguna parte y sí, es cierto, se dijo, me trastorna la duda, esta cosa de aguas y sales atorándome la voz y de ruidos de mar hambriento halándome con fuerza, ¿qué es, qué fue? Y si viajé, ¿cómo es que no recuerdo ni por qué y ni a dónde? Repentinamente se encontró con asombros, con bocas que le hacían preguntas, con carreras y pavores que decían que el otro mundo andaba necesitado de rezos y plegarias que aten a sus penitentes y él, ni caso, como con desafío sacudió el mechón rebelde de su cabellera revuelta comprendiendo a medias que no era tan bienvenido como esperaba serlo… aquí nací y aquí estoy y que nadie me friegue ni me altere, que tengo una bronca grandísima revolviéndome el alma.
Siguió caminando apurado y pensando que estaba imaginando tonterías, se fue por el café a saludar a los amigos... lo rozó el aliento de una pena. Nuestro amigo que se nos fue, sí, el pobre se ahogó, qué trágico accidente, ¿no?, es que el mar estaba bravo y ni quién lo haya podido auxiliar, se lo comió rapidito, dicen… y en la funeraria, luego que lo amortajaron como a cura, ¡joder!, la vida esta que nos trae y nos lleva cuando quiere y como quiere, ¿no? Mi nombre… ¿yo, aquí… en medio de la tristeza? Y el café, ese fuerte aroma a express que se le va, que lo diluye, que como en un loco torbellino súbitamente se le revelara el final de una ficción… recién entonces cayó en la cuenta que estaba muerto, patética e irremediablemente muerto…

GUITARRA MÍA

Para ti noble guitarra mía
tengo mi boca de versos que solos se andan y se desbandan también,
mi pluma rendida homenajeando tu hermosura,
tengo guitarra lunera
estas locas ganas de quererte,
a punta de vino
a punta de farra
a punta de recia voz acompasando tu diapasón,
tu ritmo y tu son
haciendo del viento una canción,
tengo tus cuerdas, guitarra amante
pulsando mis venas
y esta mi ilusión
de fundir tus ternuras a mi escritura
a estas mis manos
-que de tanto anhelarte-
soñaron llevarte, al par del mar y el horizonte
por soles de otros días y otras geografías
y así quise
-atorado en tu garganta-
juntarme entre la noche y la mañana, unirme a tus caminos,
a tu armadura de coplas, armonías y amores,
guitarra, ¡ay guitarra mía!,
yo vibrando humano en tu madero,
yo duende travieso enredado entre tus nervios,
yo cálido habitante en tus melodías,
diplomarme de cantor, quise,
sobrado de alma, peregrinarte de arriba abajo
- de lado a lado además-
y yo, poeta solamente, llevándote en bandolera
quise trovar contigo por entre gentes y libros,
enarbolarte como mi pendón y mi lema
y hablar de paz, del buen vivir y alegrías mil,
porque el futuro ahí que acaece y con otras luces acontece,
sino, ¿qué ser mañana si el hoy harto nos aprieta y nos agrieta?,
quise, guitarra fraterna,
-ausente de penas, soledades y miserias-
amontonar los sueños,
acopiar las fuerzas,
multiplicar los abrazos,
quise, sumándome a tus gracias guitarra bella
-sin timideces ni intimidaciones-
ahuyentar los males y los dolores,
acrisolar los sonidos y los colores,
perdonar los olvidos y los agravios, trabajar la unión,
volar con tu arte en pos de la hermandad
y anulando los ceños fruncidos y las distancias,
celebrar las raíces de la vida y de la tierra,
quise, plural guitarra mía
purificar el espíritu, la mano extendida y mi palabra,
así entonces,
irme decidido, esperanzado y fortalecido
- redondeando el mundo-
noble guitarra mía,
tras eso que se llama corazón…

POEMA DEL BUEN AMOR

Como ven, me gusta andar sencillo y hasta de repente,
pisando las solemnidades,
sorberme el viento, soltarme la camisa,
mirar a lo franco y decidir abiertamente: Hoy sí me voy de fiesta
y sin rodeos ni riendas, me escapo adonde me aguarda la aurora.

Como ven, cada quien tiene sus modos
y toda piel sus antojos
y todo pecho sus quereres
y con estas voces que tanto me llaman
¿a qué perder tiempo y sentires?, y ellas…

Las palabras se sientan en mis hombros
y me hablan al oído,
directo al corazón, no a la cabeza,
porque en tales momentos
ella, muy oronda vaga por la ciudad.

El corazón las reconoce, las palabras digo,
las junta, las hilvana, las empaloma
las lleva de paseo y hasta de vinos
y a veces, muchas veces,
ellas se confabulan
y en plena conspiración de la sangre,
ellas solas se convierten en poemas, en luces, en caminos,
entonces
y con una leve inclinación de sienes,
mi alma se los agradece…

ENTRE VINOS Y AGRURAS

Es posible que Dios hable con mis penas,
que comparta mi pan, mi techo estrellado
y hasta de vez en cuando
me ofrezca un cigarrillo, una botella,
una conversación memorable,
un apretón de manos e incluso,
cualquier antiguo libro escrito en espejos de colores.

Es posible que llegue sin avisar,
inoportuno y sonriente como un viejo amigo,
justo a la hora de cenar,
quizás se siente en mi sillón preferido,
ese el de al pie del escritorio,
no dirá mucho, hablará poco
y en sus ojos jugará pícaro el cómo estás, cómo te va…

Francamente me molesta su actitud,
su paciencia de curtido perdonavidas
y esa como experimentada suficiencia
dándole un aire de digno todopoderoso,
máxime si sus manos ostentan heridas que no cierran
y con algo de disimulo como que me afrentan,
como que me cuestionan,
soy un hombre – le digo
lo sé – me dice,
tengo mis arrebatos y mis desvaríos,
tengo mi entraña de animal urbano
y también, una turbia inteligencia,
pero tengo corazón además…
y arrojo la copa,
tiro de la mesa los mendrugos y algún manuscrito,
la bandeja vuela y se estrella,
me arremango el brazo, tenso mis músculos
y rudo y fiero, lo miro y lo remiro y lo reto
y se acomoda y su codo pule la madera
y sin testigos pulseamos y transpiramos,
cual dos compinches desavenidos,
cual dos rivales en angustias,
solo que yo estoy airado y El, está tranquilo.

Es posible que Dios baje y hable conmigo,
se ría y hasta me invite un vino,
es posible…

TE QUIERO PORQUE SÍ

Te quiero porque sí
porque la vida te puso a mi lado
y lado a lado, nos alegramos la vida
como si de memoria nos hubiera trazado un camino,
como si inspirada nos hubiera entonado un cantar,
con altos y bajos, con luces y sombras,
sí y además, con cálida caridad
y entonces te quiero porque sí
porque al andar hacemos camino
y al mirarnos nos iluminamos el corazón,
y el día me es claro y la noche serena
y tú, mi soñado hogar
consuelo de todas mis desventuras,
calor de todas mis soledades,
letra de todas mis palabras que una a una te delinean y te bendicen,
porque te quiero porque sí
así de simple, sin más motivos ni porqués,
porque el horizonte nos espera
y el tiempo, mansamente enlazando nuestras manos,
nos muestra cuán bello juntos vamos
¿y quién iba a creer qué tan juntos ni qué tanto?
pues, Dios bien nos conoce y nos cuida,
¡cuánto tropezamos, cuánto caímos, cuánto nos levantamos!
y la vida, nuestra vida
-amante, serena, copiosa-
sabe y tú sabes, cuánto más me enseña a quererte todavía,
porque y como ya te lo dijera y aunque repertírtelo nunca está demás,
amarse no es solo querer vivir toda la vida juntos,
es disfrutar cada paso juntos, cada ocaso juntos,
de ahí que te diga y te reitera,
te quiero porque sí,
porque si no te quisiera como te quiero,
¡ay amor!, no sé qué clase de hombre sería
ni qué tan anhelante te buscaría y te llamaría,
ni qué tan contento tu nombre pregonaría
y no lo callaré y no lo entristeceré y no lo olvidaré
ni aún cuando, finalmente amor, bajito te susurre:
Mujer, ponme el cuerpo que quiero dejarte mi alma…

CAMINANTE

Camino libre,
con la palabra, mi saludo y mi corazón.

Camino libre,
fuera de turbas y manadas,
sin que el dolor me domestique
ni la sombra me engulla.

Camino libre,
sembrando árboles, cortando hielos.

Camino libre,
fraterno y cantor, amante y rebelde,
despierto, cuento de razones y amaneceres,
también de trigales y copas de vino.

Camino libre,
vivo y apurado, pies en tierra y mirando el cielo.

Camino libre,
sin hiel ni vinagre, sin arrogancias ni distancias,
los ojos abiertos, las manos dispuestas,
el paso haciendo huella y mi amistad dándose sincera.

Camino libre,
con mi voz llena de voces y mis tropiezos.

Camino libre,
entero, junto mis huesos y mis corajes,
sin aureolas ni máscaras,
buscando, indagando, ¿qué más allá?

Camino libre,
¿ves?, así sencillo, cargando tiempos y vientos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Registro