ANÍBAL AGUIRRE (Salta-Salta-Argentina)

XXX

Había caído exhausto en la arena, una
serpiente me habló al
oído.

Me dijo que ella sabía en donde se
se encuentra la mujer del
cuadro.

El viento sopló con fuerza hundiendo
al reptil en la
arena.

Pero antes de desaparecer del todo,
me lanzó un sonido, la tiene el
viento.

LVI

La nada busca atrapar al viento, el
viento posee un

tesoro que la nada
desea.

La nada se ha tragado a la luna y a
la arena.

Entran a la nada, los puentes y las
torres de Praga, quedan las

catacumbas y los

tesoros que el viento
guarda.

LVII

Devoró mi cerebro cuando cruzaba el
desierto, de mi

corazón nada ha
quedado.

Sólo el vino que se mezcló con mi
sangre escapó de las garras de esa
nada.

A este bar el vino vino a contar la
formidable historia que

comenzó en un café, y
terminó en esa

explanada.

LVIII

En las tabernas el vino comenzó a
contar la leyenda.

Mi sangre recordará a la mujer del
cuadro.

Un encanto que encierra el viento,
una pasión que vive en

los subsuelos de la ciudad
antigua.

Queda el misterio en el centro
de las

tormentas.