Gracias por leernos

Visit http://www.ipligence.com

Seguidores

ALEJANDRA GONZÁLEZ MARTÍNEZ. (Iztapalapa-México D.F-México)

SAVIA BLANCA

En la casa de la esquina, la de tabiques lamosos y rejas roídas, existe un jardín en su parte trasera. Hierbas feroces crecen sin compasión por todas partes, a pesar de que el amo lo desbroza constantemente.
Inicia el mes de julio, bajo la higuera, apenas se alzan un par de zarzas y un rosal recién trasplantados. Dos niñas juegan todas las tardes bajo su sombra, a veces cuelgan una cuerda entre sus ramas para columpiarse, y a pesar de los gritos de nuestro padre, siempre tienen una escoba al alcance de sus manos para tirar los frutos apenas empezados a madurar.
El mortecino sol se desgarra entre las hojas más altas de la higuera, la niña más pequeña mira asombrada entre los arbustos, sus manitas cubren sus labios entreabiertos.
-¡Vámonos Isabel! ¡Ya mero llega mi papá! – dice la otra niña, asomándose temerosa hacia la casucha que aún luce en penumbras.
-¡Es que…! ¡Mira Silvia, esa florecita me está viendo! –susurra la pequeña sin apartar la mirada de ese par de lucecitas que titilan suavemente.
-¿Cómo crees? Las flores no tiene ojos y ya vámonos o papá nos va regañar –dice la más grande.
Asomándose bajo la higuera sus ojos débiles sólo alcanzan a distinguir el último rayo de sol que cae sobre mi silueta.
-Pero yo la vi, creo que estaba sonriendo –insiste Isabel.
-¡Bah, eres muy tonta! Tal vez sólo son luciérnagas –dice Silvia sonriendo.
Sujeta a su hermanita de la mano, se encaminan hacia la casa aún a oscuras y al compás del viento escuchan un dulce murmullo, parecido a un lamento.
Apuran sus pasos hasta la cocina. Silvia acciona el interruptor de luz y llena dos vasos de leche, mientras la pequeña unta mermelada de higo a dos bolillos duros. Antes de terminar su cena, la hermana mayor se da cuenta que el cuerpecito de Isabel está temblando y asomada en la ventana, sus ojo siguen fijos en la higuera.
-¡Otra vez nos está mirando! ¡Dile que cierre sus ojos, me asustan! –dice la pequeña, tapándose los suyos.
Silvia se estira hasta alcanzar el anaquel más alto en el que su padre guarda sus lentes y apenas distingue, a través de ellos, un último destello de luz ambarina en el fondo del jardín.
Más por curiosidad, jala a su hermanita de la manga y caminan entre los matorrales hasta detenerse frente a la higuera, dos de sus ramas se doblan y se mecen como un par de brazos que quisieran cobijarlas. Y quizá fue el viento, pero todos los moradores del jardín nos agitamos en una danza frenética y desesperada. El peligro está tan cerca…
Tras ellas, en la casa se ilumina otra de las habitaciones. Nuestro padre termina de afilar una hoz en la que aún se notan las manchas color marrón; sentado en la cama matrimonial habla con esa misma voz pastosa de cuando estuvimos juntos por última vez.
-Ya casi es el día, nomás es cuestión de esperar a que terminen con el último higo, ¡y entonces verán! Esta vez no tendré la misma compasión de entonces.
Sólo yo me doy cuenta que él aprisiona un higo maduro, de entre sus dedos huesudos escurre un hilo purpúreo de savia madura.
-Y no blanca, como la de los higos que ese par de bestezuelas arrancan de ese hermoso árbol bajo el que descansan los restos de mi Sofía –susurra como si adivinara mis pensamientos.
Mi hermana pequeña estira sus manitas hacia los arbustos, por suerte una ráfaga me arroja hacia atrás y de nuevo ese murmullo que se hace tan claro como la aterciopelada voz de adolescente que tuve alguna vez:
Hermanita, hermanita:
no me cortes, no me arranques.
Mi papá me ha matado
por un higo que he cortado.
Entonces Silvia comprende, sus brazos levantan a Isabel que se ha desmayado; se meten bajo la higuera que baja todas sus ramas hasta tocar el suelo.
Apenas un par de semanas antes encontró el pequeño cofre en el ropero de nuestro padre guardó bajo su cama. Por las noches, cuando él roncaba, contemplaban mi cara sonriente en esas fotografías. Ambas inventaban historias acerca de esa muchacha tan parecida a ellas, sobre todo en los ojos color ámbar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Registro