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JULIÁN RODRÍGUEZ (Huaral–Lima–Perú)

LA SINFONÍA DE LA ANGUSTIA

La sinfonía de la angustia
fue el background de tu partida.

Y te lloré como un búho ido
aquella noche mustia
empapada de amargura,
donde una Luna fúnebre
colgaba en el ocaso
del cáliz de mi llanto.

Aquella noche fui el estiércol
del potro trémulo de tu ausencia,
que ataviado de mis rezos
galopó por las llanuras del olvido.

Y me dejaste agonizando
hincado en el umbral de nuestra estancia
sorbiendo como un can herido
la bilis de tu indolencia.

El solfeo de la angustia
fue la banda sonora
de tus recuerdos desplumados.

Y te lloré como un tísico apolillado
añorando las fibras bohémicas
de las colinas de tu cuerpo
que con besos delirantes
cabalgué como un Pegaso
en los bucólicos días del estío.

CORAZÓN DE LATA

¿Por qué,
mujer de ojos café,
flagelas mi alma
con la espada del desprecio?

¿Y por qué me niegas
tus besos de cereza
y, ante tanta sed de amor,
me alejas de tu fuente
colmada de juventud perfecta?

¿Es que acaso seré para ti,
el guerrero de las mil batallas
pero de las batallas perdidas?
¿O tal vez, el poeta de los versos
pero de los versos sin poesías?
¿O quizá, seré para ti,
el perro que ladra por su amo
o el fantasma del vacío?

¿Por qué,
mujer de cabellos de noche,
atormentas mi piel
con el filo de tu ausencia?

¿Y por qué me niegas
el paraíso de tu sexo,
y ante mi agonía
me alejas tu consuelo
y me estocas con tristeza?

¿Es que acaso seré para ti,
un ángel sin cielo,
un rey sin reino,
un dios sin gloria
o un demonio sin averno?
¿O quizá, seré para ti,
un trivial parásito
que se alimenta de utopías?

Dime, mujer de metal
y corazón de lata,
¿qué soy para ti?

TU ENTREGA

Hemos corrido al monte
como dos lúbricos espectros,
enloquecidos por beber
del néctar sexual y delicioso.

Bajo un árbol tierno
de ramas coquetonas,
sobre una sábana de pasto
extiendes tu cuerpo de sirena.

Con besos sabor a viento
te despojo de tus prendas
y descubro hipnotizado
tu piel de Venus,
tan perfecta, tan radiante,
cual montañas de ternura.

Enloquecido,
como un quijote enamorado,
desprendo mi coraza
y me monto,
¡oh!, mi Dulcinea,
sobre el lomo dócil
de tu cuerpo inmaculado.

Por las rutas de tu cuerpo
cabalgo como un jinete enardecido,
devorando a besos
milímetro a milímetro
tu piel de durazno terso.

Me siento
un halcón bifurcando el viento,
un pez surfeando olas,
un león recorriendo sabanas
y picaflor bebiendo
la miel de tus entrañas.

IMAGINO

Pensando en ti, mujer,
imagino versos insulsos y blasfemos.

Pensando en ti, mujer,
imagino que soy un hombre lobo
que aúlla en noches del estío:
invocándote, citándote, ansiándote.

Imagino
que tú eres loba en celo
que acude a mí llamado
y se somete a mis lujurias:
ronroneando, gimiendo, gozando.

Pensando en ti, mujer,
imagino que soy un picaflor frenético
que bebe el néctar dulce
que emana de los poros de tu piel angélico.

Imagino
que soy un Dante erótico
que penetra en el paraíso divino
de tu cuerpo beatrícico, bruñido e inmaculado.

Pensando en ti, mujer,
Imagino que soy un fantasma herético
que vaga por los horizontes del deseo,
vociferando tu nombre y queriendo amancebarte.

Imagino
Que soy un ángel condenado
que peca con la fruta deliciosa
que habita en el paraíso de tu cuerpo.

Pensando en ti, mujer,
imagino mis dos manos
jugueteando alegremente
con tus dos pezones erectos y sinuosos.

Imagino
mis labios descendiendo
el monte de Venus al ensueño de tu pubis,
besando locamente
tu vestíbulo y tus ninfas.

UTOPÍAS
Quisiera vivir de mis escritos,
desayunar novelas,
almorzar cuentos
y cenar poesías.

¿Acaso no he nacido para ser poeta
y no para curtir mi alma
en míseros oficios
que sólo me permiten
ganar dinero mas no alegría?

¡No, no, no!

Quiero ser errante en el camino,
amar y ser amado,
gozar y ser gozado,
besar y ser besado,
y surcar el viento
hasta perderme en horizontes
de mundos inexplorados.

Quiero en las mañanas
leer bajo la sombra de un manzano
y en las noches escribir a besos,
sobre la piel de Venus, mis locas poesías.

¿Acaso no he nacido para escribir y ser feliz
y no para actuar en un reparto de tragedia?

¡No, no, no!

Quiero vivir de mis escritos.
desayunar novelas,
almorzar cuentos
y cenar poesías.

Quiero ser errante en el camino.

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