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EDITH LOMOVASKY (Telaviv-Israel)

KIKAR RABIN. DÍA HÁBIL

Rogué al sol
que se retire de una vez
a sus dominios

Dicen que en realidad
siempre estuvo lejos

Algo indeseable
y pringoso quedó en mí
y en el asiento
del autobús 174.

Es por el clima excesivo o por la falta de higiene personal
Por el desaseo del transporte público
o por la caparazón que se derrama en la epidermis
en el lugar del llanto

Esto es Tel Aviv. Son las 9 de la mañana de un iom shení*
Paseo mi desazón
por el Kikar Rabin*

ME ALEJO

Siempre
alguien queda en mí
y lo disfrazo de una presencia necesaria

Algo queda en mí
y se convierte
en el fundamento feliz de la ceguera

Día
a
día
se desprenden de mis bordes
los roces azarosos
los puños extraños
el simán* del asombro
entre las llamadas

Cruzo la plaza como si fuera a otro lado a un lugar contundente a encontrarme con alguien contundente para empezar un día contundente y poder por fin contar con alguien con algo antes y después de la cita pero el autobús remontará los cielos se estrellará con un cuerpo delirante
El mozo de la cita efímera cumplirá la ceremonia y preguntará qué desea y me preguntaré qué deseo qué deseo qué desean los demás y el hombre que tengo frente a mi presencia un té un café qué quiero de verdad qué desea mi sed de esta mañana en esta plaza donde murió alguien a quien tanto lloré y ahora este encuentro

me abotono el saco de sugestivo corderoy lo sé me siento cool casi rubia esbelta con ese corderoy de calculada negligencia

ese corderoy insinúa las lluvias de un otoño verdadero de otra plaza.


Ya son las cinco antes de la lluvia.
Pasó el día.
Vuelvo a mi casa bucólica

Me quedo
con el pudor de los recuerdos
y la aspereza de los huesos de aquí

Espero la señal

Quién me abrazará
en la inmediatez de este solero

Recuerdo mi solero a deshora amarillo oro a grandes lunares blancos lunas llenas lunas blancas
Lo olvido

Una brisa me ocupa
A estas horas
me ocupo de recorrer la tersura del escote
perdido en un desván

Recuerdo que soy madre
ya

Y si no soy la nutriente
¿Qué seré?

* en hebreo, lunes
* la plaza donde fue asesinado Itzjak Rabin en Tel Aviv
* en hebreo, señal

A TIENTAS

En los tejados de esta edad
un pie descalzo se desliza
rastreando
el súbito final
un refugio oleoso
una escala

El cielo impenetrable
nos tiende una mano
una rama
un pez

El mar se escabulle entre las piedras
conserva su nombre
como un polizón

En el momento menos ansiado
alguien recordará que esta fila de hombros ha recuperado la pluma la flauta pan
la inextinguible rueda de los cantos

soy un pueblo
que se resiste a repetir su desnudo
en la caravana muda


SOMOS UN PUEBLO VIRTUAL
A.B. YEHOSHUA

Alguien
algo
se precipita

El precipicio espera
Alguien enumera
el color
del último
caido
el relámpago
el porvenir de esta clausura

Las cuerdas de la ropa rechinan
Un goteo persistente
puede causarle
a cualquier hombre cuerdo
el infierno
en los pliegues de las vísceras

Las arenas se instalan en las copas como un interrogante una cruz una llave partida en dos sin remedio sin eco
en las aguas
quietas.

ESCENA HOGAREÑA, SÁBADO DE SOL

Entre las tejas se percibe la prisa
humeante
la sopa diminuta

Quién verá nuestra mesa y se impondrá en la tersura de las tablas
Quién escribirá la crónica
del desfile
entre la inclemencia
de cubiertos y vajillas

Las gotas hirvientes envolverán nuestro garón* casi a punto de confesarlo todo

Alguien
la madre
la vidente
el hijo musical
devora los huesos aromados en las ollas.

Cena de sábado en la Tierra Santa.

No hay reparo no hay reposo no hay repetición cada instante es único providencial oscuro
Entre las sombras de un incienso fugaz la grasa ennegrecida adhiere a las paredes de otra saciedad

En las bocas desiertas se repiten los goteos puntuales
El turno inexorable de una gragea
Otra gragea
Otra gragea

Desde la escalera hacia el tibio desván se olvida la pregunta
Los translados y las desapariciones parecen niños sedosos
huecos
chupando una calabaza mal curada

Los vendajes se desprenden de toda extremidad
Los damnificados:
tú,
ella
yo
colmamos nuestras palmas
En esta arena campal
una sequía un exceso de luz
no iluminan

Llegamos a una cena de sábado en Tierra Santa.

Deshilvanamos el envoltorio de otro manjar
y no hay sorpresa
no hay rezo
no hay carne deliciosa
no hay maíz en nuestra sangre

Esta no es la gloria

* garón: garganta en hebreo

1 comentario:

  1. Edith Lomovasky, en esos poemas te encuentro entera, poeta, escritora, mujer, ser humano. Espléndida mirada hacia tus geografías culturales.
    Aplaudo en pie y me retiro con una venia sin jamás dar la espalda.
    Un abrazo con el acostumbrado afecto.

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