Gracias por leernos

Visit http://www.ipligence.com

Seguidores

ERIC COURTHÈS (Pirae-Tahití)

LA NOVELA ENCONTRADA DE BORGES

Ya llevo tres años conectado con mi hermano astral, el escritor web Pablo Paniagua. En abril de 2008 empezamos a dialogar por correo electrónico y en uno de mis artículos de semiótica textual, dedicado a la narrativa mágica de Augusto Roa Bastos , al tratar el rico tema de la fragmentación de su escritura, no pude sino aludir a reflexiones suyas, hechas casi al mismo tiempo, sin conocernos ni concertarnos, sobre la literatura fractal .
La semana pasada Pablo me mandó su última novela; ya tiene varias publicadas en la red, las cuales arma él mismo en formato papel y va repartiendo hecho un Quijote de las Letras Mexicanas por las calles y bares de Guanajuato, sólo guiado por las impenetrables leyes del azar.
He de confesarles (y de paso a él también) que no había tenido tiempo para leer hasta el final una de sus novelas, pero al fijarme en el título de ésta, La novela perdida de Borges, sentí una rara atracción, seguro impulsada por mi siempre repetida pasión por los laberintos textuales. Para atizar mejor mi locura, mi hermanito pelado –que tiene 4 días menos que yo– me envió al día siguiente el escrito Yo, me meo en Borges, un verdadero “brûlot”, una feroz diatriba contra Jorge Luis Borges , donde lo tacha de impotente sexual y, sobre todo, de complicidad explícita con las dictaduras de Videla y Pinochet. Un (ahora ex) amigo “escritor” paraguayo, al recibir el texto, me mandó al carajo de las letras paraguayas, tildándome de vilipendiador de Borges y reprochándome que no aceptara nunca una crítica política sobre mi admirado Augusto Roa Bastos. Otro amigo, un escritor argentino, se extrañó de que le mandase “semejante basura”, pero hubo también, por igual número, dos contra dos, amigos muy versados en literatura latinoamericana que se maravillaron por el aspecto desmitificador e iconoclasta de esa nota de Pablo Paniagua.
Hay dos tipos de escritores: los que se desviven sin vivir para escribir obras maestras, como Borges, y los que viven intensamente su vida y escriben muy buenas obras, y con más devenir, como Pablo Paniagua; en realidad, son las dos caras de una misma moneda.
En La novela perdida de Borges el personaje central que actúa también de narrador y de autor, de “conciencia creativa ”, tal como se define a sí mismo, se llama, como no era de esperar, Jorge Luis Borges. Es estudiante de Letras en la Universidad Complutense de Madrid y admirador de la obra del anti-Borges, el escritor polaco argentino, Witold Gombrowicz , y por tal razón no puede cargar con el peso de su homonimia, con el genial autor de El Aleph. Su compañera de estudios, una mejicana ricachona de telenovelas, se llama Aurora Yazbeck, y es una gran admiradora de la obra de Borges, pero si bien al comienzo de la historia se la ve como una mujer preciosa “de cuerpo neumático ”, resulta ser, en realidad, una “mujer plástica”, tan inteligente y linda como tramposa y manipuladora, y dispuesta a todo para conseguir el manuscrito de la novela inédita de Borges. Después del asesinato de un conferenciante especializado en Borges, gracias al cual se enteran de la existencia de dicha novela, parten hacia México en busca del libro. A primera vista, la novela de Pablo Paniagua tiene toda la traza de un buen thriller literario, pero el lector rápido se dará cuenta de que también es una novela fractal, donde algunos elementos se duplican, se repiten, y donde los personajes presos de las leyes de la serialidad, como los de Gombrowicz y Koestler , son unos títeres entre las manos del escritor-personaje-narrador, Jorge Luis Borges, que de pronto pasa a llamarse Witold Borges.
La fragmentación del “yo” es múltiple y Witold Borges se torna en “espectador de sí mismo ”, partes introspectivas que se alternan con soltura en el relato de las aventuras de los dos jóvenes en pos de la única novela inacabada de Borges. Vamos de sorpresa en sorpresa, llevados del hilo de la fractalidad. Aurora tiene una hermana gemela, Marta, que es poliomielítica, y Witold Borges, como fiel adepto de Gombrowicz, tiene sexo con ella, luego con Aurora y por fin con las dos al mismo tiempo, aunque no presenciamos el último acto por pasar de una serie binaria a otra terciaria. En el avión de vuelta a Madrid, se topa con otra lisiadita hermosa de mismo nombre y cuya hermana gemela se llama Aurora, de tal modo que el personaje anda totalmente inmerso en una cadena serial que lo predefine todo… Y sobran otros ejemplos en esta obra, de dualidad extrema, que pasa a cero, a tres, al infinito o vuelve a la unicidad o retorna al equilibrio del par, heredera del ying yang del I Ching, al cual alude el autor en varias oportunidades .
Es un espectáculo único la novela de Pablo Paniagua por ser un laboratorio donde puso en práctica todas sus teorías sobre lo fractal, sin que pierda, como era de temer, su verosimilitud y, sobre todo, dándonos muchas ocasiones para propiciar la risa.
Para mí tiene otra significación especial esta novela, que por ser genial no pasa por desgracia de lo virtual, por la poca perspicacia de los editores, pues llevo años estudiando la poética de Roa Bastos, y, como ya lo señalé en otras partes, tuve que inventar varios conceptos, derivados de los de Gérard Genette , para tratar de abarcar la complejidad textual de su obra, sobre todo de Yo el supremo , con tres nociones nuevas:
1) Endotexto: ‘un texto que se mira en su proceso de escritura y da la ilusión al lector de generarse a sí mismo’.
2) Exotexto: ‘un texto que condena al lector a la re-escritura’.
3) Algotexto: ‘un texto cuya composición obedece a claves secretas y seriales’.
Y La novela perdida de Borges, encontrada adjunta a una de las cartas de Pablo, obedece a tres patrones al mismo tiempo:
1) Witold Borges analiza a cada rato el proceso de su propia escritura, en un rito casi masturbatorio y de ricas cavilaciones surge, casi al final de la novela, el primer capítulo del manuscrito de la novela inacabada de Borges.
2) Pablo Paniagua, al re-escribir a Borges , me condena a mí, como lector implicado en las técnicas de su fábula, a escribirles esta nota.
3) Las combinaciones algorítmicas en su obra, muy marcadas por el Cosmos de Gombrowicz, se reproducen “respecto al modelo como dos embriones en el mismo útero, replicándose al unísono ”.
Como bien lo indica el autor en la misma página, la señal de otra lisiada epónima con hermana gemela se hace signo, signo de escritura, y quedamos como lectores atrapados en una red de signos, que nos maravillan y al mismo tiempo reafirman nuestras posiciones teóricas al respecto.
Eric Courthès, Pirae, Tahití, 19 de junio de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Registro