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DANIEL BARUC ESPINAL RIVERA (Sánchez-Samaná-República Dominicana)

CIUDAD BAJO LA LLUVIA

El lunes la lluvia amaneció amando a la ciudad desprevenida;
se desnudó de luz detrás de los rosales deshojados,
subió al techo de tejas rojas y corrió golpeando las ventanas
y gritando nombres olvidados que ni el viento del sur guardaba en la memoria.
En los charcos del patio acunó a las ranas que buscaban la oronda frigidez de la luna en sus abismos,
y se asomó para vernos naufragar desnudos
en la frutal tibieza del mar de nuestros cuerpos.
El lunes la lluvia amaneció amando a la ciudad desprevenida.

ARIADNE

Ariadne, besa mis cerrados ojos donde canta aún la noche
y aleja de ellos con tu fuego el vuelo indescriptible del oscuro ángel de la muerte;
arrebata de la parca las tijeras con las que busca cortar el hilo tembloroso de mis sueños;
dile que cuando la noche deje caer sus hondos ríos sobre mis pies descalzos estaré preparado para partir,
y que no es justo que me vaya con las manos vacías
mientras tu blanco cuerpo junto a mí es enredadera cargada de exquisitos frutos del verano.
Ariadne, besa lentamente mis cerrados ojos y cántame al oído una canción de cuna:
tu voz me hará salir de estas tinieblas.

INSTANTÁNEA

Cuando el dios del verano se pierde como un mar errabundo entre las sábanas y sus marinos labios taladran con ramajes de topacio las penumbras, hay clandestinas vetas de amor que se le pliegan, y desnudos arpegios que rielan como lunas sonámbulas los cuerpos.

TU CARNE

Tu carne es como un largo río que baja hacia la interminable noche.
Y conservo la costumbre vieja de beber en tus salobres aguas
todas las predestinaciones y temblores que dejó el invierno entre mis sábanas,
y tallarme los ojos con el amanecer que nace de tus muslos:
¡tus muslos son cántaros de greda que aprisionan océanos de ternura!
Me gusta descender a tus orillas y bañarme de ti entre delicados lirios
y maduras hojas flotando por las sombras de tus aguas.
Tu carne también es como un largo y dulce olvido cuando duermes.

AMO LA LUZ QUE NACE POR TUS OJOS

Amo la luz que como el día nace por tus ojos,
esa luz que se levanta como liviana niebla
sobre las frágiles ramas de tus sueños
y humedece con el liviano toque de azules gotas
las dulces palabras que me dices al amanecer.
Amo la luz y las sombras de tu cuerpo; tus penumbras,
y las oceánicas rutas de tus febriles dedos por mi cuerpo;
y el estertor sonámbulo de tu frutal lengua por mis labios.
Amo el códice blanco de tu vientre y los jeroglíficos de mansas lluvias
que escriben en él mis desvaríos.

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