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© BERTHA CAROU (Lincoln-Buenos Aires-Argentina)

El rumor
enardece el silencio,
se rebela
severo en su semental de ruidos.

Un aleteo
un tumulto de grillos
un monótono croar
y muy despacio
descienden las imágenes
tomadas del ondulante caudal del río
o de la enredadera que se abraza al árbol.

Van llegando en son de contrapunto
las palabras
(esas magas insaciables de lujuria).
Desempolvan cristales con un poder demente
movilizan el cosmos
hasta llegar a los ojos
las manos
a todo el cuerpo de los hombres
derrotando su soledad
y sus espantos.

JUANITO LAGUNA
(mirando un cuadro de la serie)

Era en el cielo gris de Juanito Laguna
y de otros Juanitos que viven el presente.
Las flores son de latas, sus cielos de tachuelas
y la esperanza apenas, arrastra los harapos.
Un sol avergonzado da los buenos días
sus rayos manifiestan desbocada ternura
y era como si el cielo taciturno del cuadro
rememorara tiempos de trabajo y sosiego.
Y allí, en ese aire de ciudades erguidas
Tan lejanos sus dones, su gente, su equipaje
Las plazas y sus niños agitan impacientes
una explosión de pájaros reclamando justicia.
Homenaje a Antonio Berni

EL HOMBRE EN BICICLETA

El otoño que asoma con un viento agudo
y ese hombre saturado de una lluvia terca
por el brillo-asfalto anda la calle con su bicicleta.
Es noche
ni un alma
ni sombras
fantasmas

La lluvia y el viento llenan soledades
La jornada densa encurva su espalda
le duelen los ojos, le duelen las piernas
buscando en la calle (espejo cautivo)
buscando ese hombre que alguna vez fuera.

La lluvia gotea hasta los pedales
despóticos, duros.
Esfuerzo obstinado del hombre
en la bicicleta.

EN ALGÚN LUGAR

El sol
se emancipa de su esfera
y esparce su luz
a hombres que
cantan
ríen
gozan.
En otro
cae la nieve
e inexorable
azota
al hombre acurrucado
en el banco de una plaza.
Más allá
una niña deja de ser niña
porque un buril violento
dibuja su inocencia
en pétalos de afrenta.
Y en algún lugar
un poeta escribe
que la nieve cae
sobre su corazón
clavado por un buril violento
porque el sol
demora demasiado .


Tiene un ala caída sobre el mundo que duele como duelen los mundos
cuando estalla la cólera.
Ha extraviado los días del olivo (…)
Norma Segades

AHORA SÍ

escribiremos con las uñas
con la sangre de las heridas
en las descontroladas cabezas de los árboles
en las raídas corolas de las flores
en los extraviados silencios de los muros

Ahora sí
abriremos nuestras venas
en el sopor del estruendo
para que el niño se duerma
para que descrea que los hombres no sueñan
para que no escuche el agonizar de los ángeles

Ahora
que los hombres se arrastran en las sierpes
los amantes gozan anudados en abrazos definitivos
extraviados en sus propias galaxias
prediciendo el final
bajo los cielos deshechos
Ahora
seremos
sangre

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