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MARTA ZABALETA (Londres-Reino Unido)

1. EL CAFETÍN DE DEVOTO

A las víctimas de la Operación Cóndor en Argentina,
a mis hijos Tomás Alejo y Yanina Andrea

“Traful, recuerdo con una quizás indebida alegría el año entero que pasamos enjaulados en un coqueto ambiente de 1, 5 x 1,80, con todos los adelantes (inodoro, piletita, lampazo). Leíamos desde las 6 a.m. hasta las 9am, hora de ir al recreo. En la tarde, después del recreo vespertino cantábamos a dos voces y los otros "internos" creían -promoviendo nuestra más sincera vanidad- que había una radio en el pabellón. Los dos 1 de septiembre en que convivimos canté para vos "Le temps des cérises". Un primero de febrero vos me cantaste un estilo de Gardel. A la noche, inventamos una ceremonia muy graciosa (para nosotros) con el objeto de preparar los catres. Podíamos a veces pasarla muy mal, pero éramos -¿lo diré?- felices. Nos fortalecían la esperanza, los ideales, las canciones, las lecturas y el sentido del humor. Y tu inmensa bondad solidaria”.
Emilio de Ípola *.
9/5/2009

Devoto tenía ese que sé yo, ¿viste?
Y detrás de ningún árbol se me aparecía él.
Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte a la luna
que no andaba por la larga calle de la cárcel. Calle sin árboles.
Piantados y piantadas, había, pero estaban adentro. Presas. Presos.
Y enfrente el cafetín, siempre abierto, como con bronca y coraje.

Mañanitas de Devoto con madres de los socialistas chilenos,
presos y presas de antes del golpe.
Acampadas durante la noche en la calle. Con un número que guardaban,
porque yo tenía una hijita. Por eso llegaba tarde,
tipo siete de la mañana, al lugar de las chilenas,
que ya estaban bien adelante en la cola.

Llegaba, sí, pero agotada, muy nerviosa.
Las dos nos acostábamos a las tres de la mañana
siempre vestidas, la nena y yo.
Por si nos secuestraban de madrugada.
Ella pensaba defenderse
con el palo del rastrillo de la playa
que todavía guarda bajo su cama.
La dejaba durmiendo, con su nanita Silvia Ibalde
recién llegada, salía a escondidas, si podía
sin saludar al portero, y caminaba
y caminaba y caminaba
a riesgo de extenuarme. Ingenuamente,
creía que así nadie sabría
de que casa había partido.

Siempre encontré complicado eso de pedirle al tachero que me llevara.
Por más que caminara, cuadras y cuadras, pasar anónima en Buenos Aires no era sencillo: decir Cárcel de Villa Devoto y azorocharme. Vendrían luego los cuentos, consejos, retos con amenazas, y hasta alguno que otro requiebro, quejas del alma, mi marido chileno,
el preso Alberto, hubiera dicho
que todo era más simple, los encontrabas
porque les hablas y te seguirían todo el tiempo
desde antes de caer yo en cana…

Desde Belgrano R hasta la cárcel, de un de repente, yo descansaba, revisando en la mente
si llevaba el dinero que debía depositarle en la cuenta
Banco Nación sucursal de la cárcel, para que le dieran
pan y mate cocido. Palos. El resto, hambre.
Por meses, no le entraron ropa. Después los utensilios de tocador, entregados desde la cola, sin poder verlo. Y las requisas.
Y dejarlo sin visitas. Estaban suspendidas ¿habría traslados?
Sangre y terror, sin lágrimas. ¿Quién moriría?...

Aserrín aserrán
los maderos de San Juan
piden pan, no les dan,
piden queso, les dan hueso
y les cortan el pescuezo

Esas mañanitas de Buenos Aires
donde en la cola estaba
una de las hermanas del Che Guevara.
Parada por horas, reclamando
el derecho de los presos de querer ser mirados.
Y una media atontada, agonizaba primero
en el barcito ubicado justo enfrente de la puerta de la cárcel.
No tenían medialunas, ni milanesas:
compañeras nerviosas, madres llorando, hermanas tristes, esposas una que otra , y hasta un hermano, dos padres, harto humo, café y miedo.
Mucho miedo; pero nunca un tango.
Y muy importante, había un baño.

Después, pasar y adentro, humillación y espanto.
La cola: hijas, hijos, de pocos años
llevándole un clavel y una rosa por su cumpleaños
a la madre.
Sería la hora en que los esbirros
comenzaban a tomar el mate amargo, que escupían a tu paso.
También la del primer güisqui mío del día, en ayunas, sin hielo ni soda
para darme coraje, desasustarme.
Paren las bembas.
Tómense un trago, que ya lo’vamos.
Barcito que no tenías wisky y bombones,
como aquel bar bienudo adonde a pocos selectos
les tocaba el sexteto de Piazzola.
Un día charlando le pedí que tocara en el Luna Park
para mandarle fondos a los presos en Chile,
¿En el Luna Park? repitió en un murmullo Se sonrió con tristeza, y comentó: ‘...Pero son tantos…’
Y yo que digo: claro, che, hay que hacer algo, por eso…
‘…¿Quién va a pagar por escucharme, Marta?’
Miraba con ironía, tal vez con cierta tristeza,
en aquella tardecita loca de Buenos Aires.
Tardecitas que a veces
tienen ese algo, un no sé qué, que te hace sentir tan sola
cuando hacés cola. Por un númerito, para irte al exilio,
por una sopa, o en un avión a la muerte en El Plata…
Aunque no nos quede pan, siempre les sobran balas.

Como olvidarte en esta queja
cafetín de Buenos Aires
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja.

*Horacio Traful Baldomero Alvarez Grunnman, chileno-argentino, fue secuestrado en Buenos Aires el 7 de abril de 1976. Apareció más tarde en la cárcel de Devoto y luego de la inspección de Amnisty Internacional, fue trasladado a la cárcel de Alta Seguridad de La Plata, Unidad 9, a cuya celda hace referencia su colega y amigo Emilio de Ipola, autor de este epitafio que escribió en la webpage de Traful (http://www.trafulalvarez.com.ar/ppal.htm), dos años después de la inesperada muerte de la muerte de Traful en el exilio en Francia, 2007.

2. LUZ DE PÁJAROS

A mí me da la luz
la luz poniente,
la traicionera luz de un día cualquiera
la luz que ya se acaba
y que va a verte
en aquel pago..

Es una sola la luz,
la zalamera.
Espero un año entero
para verla partir, cansada
al empezar la siesta,
adormecida
tan temprana, luz de pájaros.

Luces de amapolas y geranios,
luces de amaneceres largos
de piernas abrazadas
en la playa de Isla Negra,
luces de poemas perdidos
y olvidados fantasmas
luces de amor y de esperanza
luces de rock y twist y de distancia
luces de vez primera que desde Chile
me vio partir
ya sin hijo sin amante sola
guitarra a cuestas.

Luz de recogimiento en primavera
luz que alumbró mi vida trasnochada
luz que hoy agonizas,
luz impura, adormecida pero roja,
luz del primer amor en mis entrañas,
envejecida luz
noche de pájaros.

3 . LA ATALANTA
Inspirado en Paul Celan

Pasar
por esa orilla del Sena
como cantando
la tonada,
callada dama

Tornasol
de puertas abiertas para adentro
que se abrieron para afuera
y aparecieron
los zarpazos.

4. JUGUEMOS A JUGAR QUE TODAS SOMOS MADRES *

Dedicado a la Memoria de mi amiga y ex-alumna de la Escuela de Economía de la Universidad de Concepción, Chile
Muriel Dockendorf, mirista a cargo de tropa, desaparecida en Chile en 1974, a los 24 años.

Nací persona. Como víbora que se atraganta con su cola
devine Melpómene, diosa de todas las tragedias, 'como tu madre'.
Fui su hija única, mujer,
“tal vez lesbiana”, dijo una vez mi madre.

‘Eres una mujer hermosa’.
Lo siento, Capitán - nos hemos conocido
un poco tarde.
Erguido, bigotudo, armado, pintoso, como mi padre.
Soy la Libertad, os lo repito, una bandera,
Soy senos, fui marsellesa, como mi madre.
Y soy quimera, un hecho y mil palabras.
Aturdida, histérica, un ser cambiante.Mujer, como mi madre.

Hundidos ya los dientes a patadas, soplando al viento los quijares
y bebida la sangre coagulada, rodeada de fieras amaestradas
con su orina, su semen, su ignorancia, sus mates, sus sables,
sus cigarros… sangro de nuevo, pero no delato.

La vagina que muerdes, perro-hombre que penetras
como un buitre, cabalgas como a tu madre y violas
como si fuera de tu hermana, asesinas, sin saber que tú eres
parte del pueblo, gendarme, camarada.

Un número y violada: duerme,
no llores,
no te mates,
mira volar las golondrinas
rojo y blanco,
y en el campo,
recuerda, eras el humor reverberante,
como en el lecho colina sin bastiones.
Tu juventud nos daba la esperanza.
No la llores, madre.
Ella es estrella.

Muriel: en el despeñadero mapuche pusiste tu fusil en alto,
llamarada, alumna, hija, tía, hermana, amiga, novia, esposa, compañera
amenazada entregada golpeada sucumbida, y encima, calumniada.
Muriel acribillada.

Regaron los servicios con tu sangre,
te entramparon, desnudaron, enlazaron,
penetraron,
cinco, diez, quince, veinte, cien veces muerta, asesinos
todos hombres, todos blancos,
vomitabas
y aun profanada, no delatabas, no llorabas;
nada nos cambiaba.

Gritaba el golpeador, el gran dios de los genuinos zánganos,
como aquel que fuera un colega sin sustancia,
a los cuerpos desnudos temblorosos de miedo,
el dueño feroz de esa luz incesante
con que trataban de enceguecer el alma.

No nos fusiles, no nos golpees, ya basta; no mates tu inocencia,
no dejes que alguien escupa a quien te mate; el amante te abraza,
los padres te suplican, el centinela tiembla, y cuenta: otra vez
hasta diez, y vuelas: eres otra vez una paloma rojinegra,
vestida de mil soles.

No la embarace, no la roce, no la hiera,
mejor mátela, Coronel, y la embaraza,
la roza, la hiere, es una niña, gime, se desangra,
y abomina, mientras la hiena se place.

Subiremos otra vez las escaleras. Adonde el sol calienta,
la primavera va desnuda, y adonde crecen las acacias
Cuando volcanes rugen, hablaremos de los partos,
juntas las manos todas. Jugaremos a jugar
que todas somos Madres.

5 . LENTITUD Y POLVILLO

al Comandante Ramón

Cuerpo de la noche irrepetible
que se transmuta en tejido agujereado
como las horas sin sonrisas,
cuando las fuerzas flaquean
y se hace arsenal la cornisa,
fuego el mastodonte de plata,
animal la estatua de Medusa,
piel la sangre que marchita,
suelta la pierna
que salta de la rama
y chorrea,
estereotipada metáfora de afuera
y baja por la pared que combina
el muro
con el mañana de ahora
en el pasado
y en la gruta aquelarra
con resquemor de sombras.
Toros fornidos buscan en las paredes
trazos de su raza y encuentran manos blancas.
Las manos, en capullos
que se acicalan de espanto
y en el fondo se escucha
regresando su voz
eco de un trino.
¿Soy mercader de perlas
o aurora achaparrada?
En la tundra, soy viento helado,
del salitre la escarcha
y en la chacra,
soy zanja.
Pampa, tiza.
De su cadáver
quise ser la mirada.

1 comentario:

  1. Muchas gracias! Lo acabo de descubrir y lo agradezco mucho. Lo paso a Afacebook para compartirlo! Abrazos
    Marta

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